sábado, 14 de julio de 2012


A las cinco de la mañana empezaron los dolores. Más tarde, ella se encontraba en una sala especial para lo que estaba aconteciendo, para que su más profundo anhelo se hiciera realidad. Y así fue. Al día siguiente, la noticia tocó las puertas de mi vida con la forma de una tierna y linda fotografía. Una niña, una pequeña y preciosa niña. "Bienvenida al mundo y a nuestra familia", pensé. Se parece a su padre, con la misma forma de la nariz y cejas, las cuales parecen como si estuvieran un poco enfadados. Bueno, ella debe de estarlo. De encontrarse en un lugar tibio y cálido, a salvo de los azares y peligros del mundo para ahora tener que crecer e inevitablemente, enfrentarse a ellos. Un día se mirará en el espejo y quizá se de cuenta: "¿en que momento crecí?" así...tal y como nos pasa al resto. Pero también, probablemente se percate de algo más. Una vez, alguien me dijo: "en la biblia están los más lindos milagros" Yo, que nunca presté atención a las clases de religión, poco después olvidé esa recomendación, porque prefiero aquellos que tienen lugar en esta realidad, que son llevados a cabo por personas comunes y corrientes. Dar forma y vida...eso sí lo considero un milagro, no como algo divino, sino como una fuerza impresionante y hermosa de la naturaleza, de lo que somos capaces. Entonces, nos levantamos una mañana y caemos en la cuenta: "¿durante cuanto tiempo nuestro corazón no ha hecho más que latir? ¿cuántos pulsos llevo en mi vida?" Pasamos de ser aquella célula que necesitaba ser vista con un microscopio, a hacer parte de un sistema de relaciones en el cual tenemos la capacidad de influenciar a los demás, de afectarlos, negativa o positivamente, esa es otra cosa, otra discusión, pero afectarlos al fin de cuentas. Pasamos de ser invisibles a convertirnos en el centro de la vida de otro, de enamorar y amar. Increíble... 



sábado, 30 de junio de 2012



Tras el acto de escribir, no solo tiene lugar el nacimiento de una idea, sino también, la aparición de una angustia. Esta preocupación radica en la barrera más terrible de todas: NOSOTROS MISMOS. Y con éste, otras que tienen un carácter tan complejo, que nos pueden pasar los años y aún así...aquella página seguirá con el único párrafo o la única frase con la que fue marcada: "Había una vez..." 

La tinta pasará a otras páginas, recordándonos aquel círculo vicioso, aquellos nefastos intentos con la apariencia de un recién nacido, o peor aún, de un embrión al que nunca se le dio vida ni luz, que nunca conoció el mundo, y que éste, en su defecto, jamás tuvo la oportunidad de leer, de examinar. 



miércoles, 28 de marzo de 2012

Aún...a pesar de varíos días trascurrídos desde aquella maravillosa experiencia...sigo levantándome cada mañana para darme cuenta de que jirones de mi piel reposan en la superficie de la cama. Inmediatamente los comparo con mis recuerdos: translúcidos, delicados...frágiles. Una nueva capa de piel aparece para protegerme. Nuevos recuerdos, hermosos instantes a los cuales les tomo innumerables fotografías mentales, repasándolas una y otra vez, se levantan como un fuerte muro, sin dejar la realidad de lado, para así continuar soñando, para detener el tiempo, dar vuelta atrás en mi mente y darme cuenta de esos preciosos regalos que nos brinda la vida: la sonrisa de la persona amada, un abrazo de los que más nos quieren, una preciosa vista de la existencia en todo su esplendor, de las maravillas que ha creado nuestro implacable planeta, del suave movimiento de sus labios cuando dice "te quiero"

Así como esta piel se cae, los malos recuerdos, los malos tiempos se van resquebrajando para al fin ser reemplazados, ser desplazados al "punto y final", por aquellos que dan esperanza, que nos arrebatan una carcajada y nos hacen pensar que el mañana puede ser mejor al despertarnos junto a él/ella...quién no es más que la personificación de nuestros más dulces sueños.

jueves, 9 de febrero de 2012


Veo como ésta pequeña línea titila...y rápidamente me encuentro con la preocupación sobre qué escribir. ¿La contaminación? No, huimos de ese tema por el simple hecho de que a pesar de ser conscientes de nuestros actos, preferimos mirar hacia otro lado. Es fácil evitar esa sensación de que estamos corriendo peligro haciendo como si no fuera con nosotros, asi que no. ¿La guerra? Oh...pero si estamos tan rodeada de ella que hasta las noticias sobre la misma nos hastía. Vamos...que ante eso hay quienes preferimos cambiar el canal, pasar de largo. Por eso hay momentos en los cuales no culpo a la gente por preferir las revistas rosa.

¿Entonces que? Ya me gustaría ser una superheroína, desaparecer la hambruna del mundo, etc, etc, etc, todo eso y mucho más. Pero no, aquí estoy con una inquietud aparentemente ridícula...por que nos hemos acostumbrado a verlo así. Esto me recuerda a los exámenes del colegio o del instituto, como le quieran llamar.

- Escriba cualquier cosa

Aquella mujer resoplaba exasperada mientras esperaba con la mano tendida a que le entregara la evaluación. Yo le echaba una ojeada rápida a su rostro avinagrado para luego volver a concentrarme en la hoja. Ella movía los dedos rápidamente, apurándome (desde entonces odié ese gesto). Miré hacia el reloj, todavía había tiempo, pero no, para ella ya era suficiente.

De mala gana le entregué el examen, sintiéndome realmente inconforme con esa respuesta al final tan mal elaborada, bueno, para mí lo estaba. Sin embargo ante los ojos de esta señora de la cual no recuerdo el nombre, pero cuyo rostro es uno de los tantos maestros y maestras que les daba simplemente igual si sus estudiantes eran capaces o no de redactar lo mejor posible, así estuvieran equivocados, estaba bien...ella solo quería, como se dice coloquialmente, "salir del paso".

El único consuelo, aunque muchas y muchos no estarían de acuerdo conmigo, eran las dos horas de literatura que le seguían. Con un rostro que no pasaba de unas cejas muy unidas, en un gesto gruñon, miraba por encima de sus gafas, mientras nos leía, escrutándonos con la mirada. Siempre alzaba una ceja, escéptico, cuando por cosas extraordinarias en esta vida pillaba con un libro a alguno. Se le podía leer en la cara: "¿pero que mierda estás leyendo? ¿Walter Riso? ¿Carlos Cuauhtémoc Sánchez?" Seguido de una reprimenda cargada de comentarios ácidos. Vamos...que hubo un tiempo en el que esos libros estaban de moda.

Los periodos académicos pasaban rápidamente entre ensayos de capítulos, reseñas, resúmenes...y entre una cosa y la otra nos enseñó algo que a mi parecer es más valioso que todos los temas que trabajamos durante aquel tiempo, algo que tengo grabado a fuego en mi mente. El acto de escribir, antes que tener en cuenta aspectos técnicos, es una actividad que implica un análisis constante de uno mismo y de la relación que se tiene con el mundo. Hay un momento mágico y es cuando se está tratando de plasmar las ideas, cuando se intenta dar vida a ese mundo que aguarda en lo más hondo de cada uno.

No importa los años que se tengan o si se es un escritor famoso...escribir nunca será una labor fácil, requiere de paciencia, perseverancia para plasmarlo en aquella hoja o en la pantalla de esta PC. Escribir por escribir...o lo que es lo mismo, escribir cualquier cosa simplemente por cumplir, por andar a la carrera o porque no nos queda de otra, es llevar a cabo una actividad vacía, sin sentido...sin sentimiento alguno. Es, por ejemplo, como preparar un platillo, lo haces pero sin ganas y eso se refleja a la hora de probarlo...cuando le das el primer mordisco. El secreto de la delicia, de la buena sazón está no solo en saber elaborarlo, sino también en ponerle mucho empeño, disposición...ánimo.

Igual, cuando abres por primera vez un libro o cuando revisas esos ensayos viejos y polvorientos, lo notas desde la primer página: el amor con la cual cada frase fue plasmada. Y te sumerges, te pierdes, identificándote con tal o cual personaje, con las circunstancias. La palabra se convierte en un puente romántico, idílico, adentrándonos en el misterio, aguardando sorpresas. Si los seres humanos aprendiéramos desde muy chicos a comunicarnos de esta forma...es bastante probable que dejáramos de lado otras que ante todo no hacen más que lastimarnos, nos hieren y destruyen al otro o a comunidades enteras.



miércoles, 1 de febrero de 2012


Hace poco me encontré con un poema que me dejó en silencio. "Simplemente hermoso" "precioso" era lo que pasaba por mi mente, leyéndolo una y otra vez.


La vieja sirena (fragmento)

"Si nunca despertaste en sobresalto
febril, precipitándote hacia el lado
vacío de tu lecho, tanteándolo
con manos que se obstinan vanamente
contra implacable ausencia.

Si no sentiste entonces la muerte
desgarrándote en vida y agrandando
el vacío entre tus venas inflamado,
el vano apartamiento de tus muslos,
el ansia de tu sexo.

Si no rompió tu voz ese gemido
que acuchilla la turbia madrugada...
es que en tu corazón no ardía la hoguera
que llamamos amor.

En ella me consumo y es mi grito
tu nombre: a ti me abro en carne viva.
Mi piel muere en espera de la tuya,
mi sexo late con ansiosa boca
de pez en la agonía.

Y al no llegar tus labios con tu bálsamo
ni el fuego sosegante de tu lengua
mi mano se fatiga inútilmente
en estéril caricia.

Porque tan solo tú tienes las alas
para el vuelo que mata y da la vida."


José Luis Sampedro
(España, 1917)


A propósito de este personaje...

Economista y escritor español nacido en Barcelona. Ejerció la docencia en la Universidad de Manchester y fue catedrático de estructura económica en la Universidad Complutense de Madrid (1955 - 1969); también ejerció como subdirector (1962 - 1969) y asesor (1979 - 1981) del Banco Exterior de España, siendo senador por designación real (1977 -1979). Se ha ocupado de diversos aspectos de la actividad económica, es especial de la política industrial y de la dinámica interna de la economía. Entre sus obras económicas podemos destacar: Principios prácticos de localización industrial (1957), Realidad económica y análisis estructural (1959), Conciencia del Subdesarrollo (1973), Las fuerzas de nuestro tiempo (1967) e Inflación: una versión completa (1976). Es un novelista muy prolífico, de notoria popularidad y continuos éxitos. De sus obras literarias se pueden destacar: Congreso en Estocolmo (1952), El río que nos lleva (1962), El cabello desnudo (1976), Octubre, octubre (1982), La sonrisa etrusca (1985), La vieja sirena (1990) y Real sitio (1993). Desde 1990 es miembro de la Real Academia Española.

Galardones...

Menéndez Pelayo (2010)
Nacional de las Letras Españolas (2011)

Quiero aclarar lo siguiente: el poema y la breve biografía han sido extraídas de El Poder de la Palabra, www.epdlp.com. Una página que recomiendo y a la cual tengo mucho que agradecer, en especial por la sección de música.



domingo, 1 de enero de 2012

Había devorado lentamente el libro, como quien se sienta ante un delicioso platillo y lo degusta con toda la paciencia del mundo, me había sumergido tanto...que me sentía ajena. Sin embargo, la señora de la banca me trajo de nuevo a la realidad, disipando mis ensoñaciones, soplando la vela de mi imaginación por un instante, volviéndome presa de la nostalgia.

Un nuevo año comenzaba, todos reían y se movían al compás de la música. El aire se colmo de los más extravagantes y clásicos sonidos, algunos (por no escribir la mayoría) carentes del más mínimo sentido y otros con los cuales pensaba..."ah, ese es bastante viejo, me recuerda..." En medio de mis reflexiones, por que mi mente se me parecía a una enorme locomotora antigua sin freno, hacía uso de la palabra mientras mis ojos se entretenían con la forma en como la gente expresaba su felicidad, su contento.

La noche se sentía joven y tardía al mismo tiempo, alcé la vista al cielo por un momento y me quedé allí entretenida, viendo aquellos diminutos y lejanos destellos de las escasas estrellas. "Debería irme a descansar" Caminando, disfrutando un poco del frío de la noche, rememoré aquel libro que me había capturado tanto, pero un figura menuda, sentada en una banca, arrebató mi atención.

En su rostro estaban las marcas, los surcos de los años, de la batallas libradas, de la tristezas y las preocupaciones. Tenía una mirada cansada que atrapó la mía. Estaba allí, sola frente a una casa a oscuras, así como sus ojos...con el fantasma de lo que podría ser una sonrisa. Mis pasos se hicieron más lentos, con el corazón recibiendo gotitas de tristeza.

Es claro, no podemos solucionar todos los problemas del mundo y aún así no pude evitar sentirme impotente mientras con cada pisada la dejaba atrás, alejándome de ese episodio de silencio y adentrándome de nuevo en el ruido. Ella fué como una piedra arrojada al lago calmo de mi alma, recordándola de tanto en tanto, dándome cuenta de lo mucho que nos olvidamos de los otros, de sus penas y sufrimientos que les consume la vida, al estar tan inmersos en nuestras propias alegrías.

No está de más regalar calor humano y sonrisas, pueden salir por montón...y son gratis.