sábado, 18 de febrero de 2017


A medida que pasa el tiempo, uno se percata de que...entre más planes se tiene...más se puede llegar a encaprichar la vida con ponerlos de cabeza y cambiarle a uno las reglas del juego. El soñar es algo maravilloso, nos permite...sentir ese calorcito reconfortante en el corazón de que las cosas podrían estar mejor (si es que uno así lo necesita) o lo que ya funciona...lo que ya marcha bien en nuestras vidas, ojalá no cambie...,pero eso algo inevitable que se asoma de tanto en tanto, paseándose por la cotidianidad, con esa sonrisa maliciosa amenazando con sacarnos de nuestra zona de confort. 

Por ejemplo...yo podría desear que ellos siguieran juntos, pero eso ya no es posible. No lo es porque la felicidad se ha visto minada, porque...ella más que todo, no lo soporta más, porque él ha cometido errores que ella, a estas alturas de la vida, no le puede perdonar. Aunque...quizá lo haga. Quizá cuando esté sola en cama, en medio de la noche, le perdone en su corazón, pero jamás se atrevería a decírselo, porque las palabras parecen no desear salir, se atascan los sentimientos y se forma un nudo entre el corazón y el pecho que le impide expresarse tranquila y cómodamente cuando está frente a él o ante las personas que tanto le importamos.

Ahora los papeles se han invertido y somos nosotros quienes nos hemos convertido en sus soportes, en los pilares a los cuales aferrarse para que no se pierdan, para que no sientan que todo se ha ido al traste y que los cambios que se vienen, por muy difíciles que sean, no van a cambiar quienes somos y todo el amor que nos tenemos (así existan momentos en los cuales parece que no nos podemos soportar) Nuestros corazones, a pesar del dolor, tendrán que aprender a continuar con ese amor tierno y fiel que trata de cultivar la paciencia y la comprensión, porque a pesar de todo, nos lo merecemos, cada uno de nosotros merece sentirse amado...