domingo, 11 de diciembre de 2011

Amo mi cuerpo de mujer,
amo mis curvas, mi
espalda suave y tensa
como un arco.
Amo las noches frescas
donde la brisa se convierte
en mi amante furtivo y
el frío del invierno en
el cual anhelo las caricias
tiernas y traviesas de
mi amor, traspasando
mi alma, mi corazón,
hirviendo mis entrañas.
Amo las noches calurosas,
descansando descarada,
desnuda en la cama,
dueña y esclava de sus
besos ardientes, de nuestra
hambre incontrolable de
devorarnos el uno al otro.


LÚTHIEN
Hace poco recibí un e-mail, llamado "La Muerte de la Conversación" Lo cual no era para nada extraordinario, es algo que ya se ha venido notando desde hace un buen tiempo. Pero...no pensé que lo vería desde tan cerca y de una forma...hmm...un tanto nostálgica ¿quizá? Bueno, ese último punto es algo que le agrego probablemente porque en ocasiones, como le ocurre a los demás, el día de hoy amanecí con la luna...luna...lunática, ¡ja!

En fin, que observé por encima de mi bebida, dos mesas más allá, una pareja. Ella se veía hermosa con su ropa ajustada y sus zapatos altos, sonriéndo, coqueta...a quien quiera que estuviera al otro lado de la línea. "No es para tí ese destello en su boca chico" pensé mirando a aquel a quien ella tenía en frente, del cual no se percataba y parecía importarle un pimiento.

Él se veía incómodo, por supuesto, ansioso se recostaba en la silla y luego volvía a enderezarse, bebiendo su cerveza. Por el ojo de mi mente lo vi solo en esa mesa, con esa silla vacía. "¿Qué estás esperando?" le pregunté en silencio, como si pudiera escucharme. En ese instante él alargo la mano y tomó la de ella en una caricia tierna, enamorada...casi suplicante me atrevería a manifestar, de que lo mirara, de que por primera vez en la noche se diera cuenta de que él estaba allí.

Porque su rostro...¡ah! su rostro contenía amor. Sus gestos eran suaves, tímidos, con una mirada llena de ternura que ella probablemente....no probablemente no, que ella no entreveía porque se encontraba en otro universo, ajena a las manifestaciones sencillas, pero hermosas y poderosas de alguien que trataba de entrar en su corazón o de que al parecer ya se alojaba allí pero no era apreciado como se debería.

Tan cerca pero tan lejos. Irónico...no es necesario que nos separe un océano, o kilómetros y kilómetros de camino para sentirnos solos ante aquel a quien adoramos tanto, solo un maldito celular, entonces la palabra muere. Así pueden empezar a marchitarse muchas de nuestras interacciones, nos aleja, nos distancia...interrumpe el acto delicioso de disfrutar de la palabra con alguien, ver...oír, el contacto con ese otro, cara a cara, que al final es tan imprescindible, lo que nos hace humanos.