miércoles, 28 de marzo de 2012

Aún...a pesar de varíos días trascurrídos desde aquella maravillosa experiencia...sigo levantándome cada mañana para darme cuenta de que jirones de mi piel reposan en la superficie de la cama. Inmediatamente los comparo con mis recuerdos: translúcidos, delicados...frágiles. Una nueva capa de piel aparece para protegerme. Nuevos recuerdos, hermosos instantes a los cuales les tomo innumerables fotografías mentales, repasándolas una y otra vez, se levantan como un fuerte muro, sin dejar la realidad de lado, para así continuar soñando, para detener el tiempo, dar vuelta atrás en mi mente y darme cuenta de esos preciosos regalos que nos brinda la vida: la sonrisa de la persona amada, un abrazo de los que más nos quieren, una preciosa vista de la existencia en todo su esplendor, de las maravillas que ha creado nuestro implacable planeta, del suave movimiento de sus labios cuando dice "te quiero"

Así como esta piel se cae, los malos recuerdos, los malos tiempos se van resquebrajando para al fin ser reemplazados, ser desplazados al "punto y final", por aquellos que dan esperanza, que nos arrebatan una carcajada y nos hacen pensar que el mañana puede ser mejor al despertarnos junto a él/ella...quién no es más que la personificación de nuestros más dulces sueños.

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