martes, 14 de diciembre de 2010

DE PÉRDIDAS Y DISTANCIAS


Hace poco me dí cuenta que había perdido a una persona muy importante para ella, la entendí perfectamente, yo también perdí a unas cuantas personas, pero que no por ello deja de doler. Ahora ellos están en un lugar muy lejano, aparentemente inalcansable, inaccesible...por ahora.

Recordé entonces la fragilidad de nuestra existencia, y fue allí en ese momento cuando una pregunta punzante me lastimó el alma...¿qué estamos haciendo con el tiempo que nos queda? Es comprensible que pocas veces nos lancemos este tipo de interrogante, o por lo menos eso es lo que sucede con la mayoría de la gente, es que lastima ¿saben? por el hecho mismo de que remueve nuestro mundo.

Bien, en aquel instante ojalá la hubiera tenido cerca para darle un abrazo fuerte y que llorara todo lo que quisiera, pero como no fue así, me limite a quedarme allí de pie, sorprendida. Como pasa el tiempo, apenas ahora vengo a darme cuenta de ello, sentí como si me hubiera despertado de un largo sueño.

Recordé esos días en los cuales intercambiabamos los bocadillos de media mañana para hacer extrañas combinaciones y ponernos de acuerdo en cual era el más sabroso. Las conversaciones acerca de nuestra caricatura favorita, episodios relatados con un entusiasmo único. O cuando jugábamos a las superheroínas, eramos infalibles, nada ni nadie nos alcanzaba o destruía, nada nos preocupaba, el dolor no nos atrapaba. Después competímos en el ajedrez, y fue allí cuando notamos que el timbre de nuestras voces estaba cambiando.

Estábamos creciendo, aparentemente las cosas se visualizaban diferentes, pero en el fondo era lo mismo, seguía fluyendo aquella esencia que caracterizó nuestros primeros años. El problema fue que aquel cristalino manantial dejó de serlo, tiñéndose de colores, después...fue secándose, poco a poco, hasta que cayó la última gota, resonando en medio de la tarde, en el vacío del tiempo.




Ahora, después de aquellas sonrisas tempranas, dimos un vistazo para que cada quien tomara un camino diferente, alojándonos en otros universos. Dicen que todo se transforma, aparentemente nada es inmutable, sería increíble que la amistad y el amor fueran así, firmes. No, "ojalá" no es la palabra, en realidad sí es posible que sean de aquella forma ¿verdad?

(sonrisa)

A propósito, esto me recuerda la INTENSIDAD de la cual escribió el Marqués. Pues bien, es algo sobre lo que he pensado mucho en el ir y devenir de estos días para llegar a la siguiente pregunta: ¿sentir intensamente nos vuelve vulnerables o fuertes? Ahora comprendo por qué en medio de esta duda uno a veces se encuentra en el camino con personas que tienen una fuerte coraza, la cual cuando logras romperla después de mucho tiempo, al inicio ves una espesa negrura, pero...si se sigue buscando pueden aparecer los primeros vestigios de hermosos colores hasta que al final, quizá, sea posible hallar un precioso arcoiris.