sábado, 18 de febrero de 2017


A medida que pasa el tiempo, uno se percata de que...entre más planes se tiene...más se puede llegar a encaprichar la vida con ponerlos de cabeza y cambiarle a uno las reglas del juego. El soñar es algo maravilloso, nos permite...sentir ese calorcito reconfortante en el corazón de que las cosas podrían estar mejor (si es que uno así lo necesita) o lo que ya funciona...lo que ya marcha bien en nuestras vidas, ojalá no cambie...,pero eso algo inevitable que se asoma de tanto en tanto, paseándose por la cotidianidad, con esa sonrisa maliciosa amenazando con sacarnos de nuestra zona de confort. 

Por ejemplo...yo podría desear que ellos siguieran juntos, pero eso ya no es posible. No lo es porque la felicidad se ha visto minada, porque...ella más que todo, no lo soporta más, porque él ha cometido errores que ella, a estas alturas de la vida, no le puede perdonar. Aunque...quizá lo haga. Quizá cuando esté sola en cama, en medio de la noche, le perdone en su corazón, pero jamás se atrevería a decírselo, porque las palabras parecen no desear salir, se atascan los sentimientos y se forma un nudo entre el corazón y el pecho que le impide expresarse tranquila y cómodamente cuando está frente a él o ante las personas que tanto le importamos.

Ahora los papeles se han invertido y somos nosotros quienes nos hemos convertido en sus soportes, en los pilares a los cuales aferrarse para que no se pierdan, para que no sientan que todo se ha ido al traste y que los cambios que se vienen, por muy difíciles que sean, no van a cambiar quienes somos y todo el amor que nos tenemos (así existan momentos en los cuales parece que no nos podemos soportar) Nuestros corazones, a pesar del dolor, tendrán que aprender a continuar con ese amor tierno y fiel que trata de cultivar la paciencia y la comprensión, porque a pesar de todo, nos lo merecemos, cada uno de nosotros merece sentirse amado...    

martes, 10 de mayo de 2016



De mi mama aprendí...

El estado nervioso de que algo malo ha pasado porque: la persona no ha llegado a la hora concretada. Porque la persona a la que uno está llamando no contesta rápido el móvil. Porque el familiar que hace siglos no se comunicaba, de un momento a otro...llama.

Que no es decente llamar a una casa a partir de las 9 de la noche. Claro que esto se aplicaba a la época en la que aún no teníamos celular. Y ya que menciono las llamadas, también aprendí de ella que el teléfono fijo no da dinero ni fortuna y mucho menos leche como para andar teniendo largas conversaciones por ahí (así uno estuviera reclamando los preciados libros que prestaba a los compañeros de salón...)

Que da mala espina (el famoso pálpito, entiéndase por presentimiento) de que no es bueno salir de nuevo de casa una vez que se le ha pasado la llave a la puerta. Cualquier cosa de la que uno se acuerde haya quedado pendiente por hacer, ya puede esperar al día siguiente.

Pero lo que más aprendí de ella, es que no hay nada como un fuerte abrazo cargado de cariño sincero, de esos que reconfortan, que nos hacen sentir bien y nos permiten...en un suspiro, percibir que por un momento todas nuestras preocupaciones y problemas quedan a un lado.

Y que el despertar a los hijos en la mañana para que vayan al colegio, más que ser un acto de disciplina, se podía convertir en un divertido y tierno momento, ya que a diferencia de papá, su forma de despertarnos (a mi hermano y a mí) era con caricias en el cabello y la espalda, ¡así no se levanta cualquiera! Por algo será que más de una vez se me hacía tarde para asistir a clases. El famoso "cinco minuticos más" era algo que no podía evitar pedirle sintiendo todo su cariño y todo su amor. 

¡Ah! y se me olvidaba dos cosas importantes: la primera es que mamá que se respete, si tiene más de un hijo...no podrá evitar de tanto en tanto confundirles la ropa. En este caso, mi hermano y yo teníamos que revisar cada rato que efectivamente los calcetines de educación física, fueran los que nos correspondían, ¡gracias a Dios solo confundía eso! Y la segunda es que para ellas no hay nada como una deliciosa taza de café o chocolate bien caliente (de esos que te queman la boca y cuando te quejas ellas reaccionan diciendo "ay tan flojo, tómeselo") para levantar el ánimo y agarrar calorcito si la mañana está muy fría. 

¿Qué más puedo decir? Que quizá...si lo pensamos bien, nuestras mamás puede que tengan un temperamento templado y volátil, que sean...como decimos comúnmente, jodidas. Pero que tras cada regaño que nos pueden dar, más allá de amargarnos el rato, está la noble intención de que seamos mejor, no perfectos...porque ningún ser humano lo es, pero sí que seamos mejores personas. 

Entiéndanlo, por muy mayorcitos que estemos, siempre seremos sus niños y lo seguiremos siendo para ellas hasta el día en el que nos falten. Por eso, disfrutemos al máximo con sus cantaletas a pesar de todo, pero más aún...con sus disparates, con sus ocurrencias y divertidas creencias que tienen y se pasan de mamá en mamá, entre ellas...allá con sus amigas mientras se toman el café de la tarde, por que son especiales...porque son irremplazables.

martes, 25 de agosto de 2015



Quizá un café bien cargado mejore mi ánimo en esta tarde y pueda así pensar con calma sobre aquellos asuntos que en mi corazón no he podido resolver. No podemos evitarlo, los recuerdos...por más que lo intentemos, de tanto en tanto se esfuerzan por regresar tocando a la puerta de nuestra conciencia. Yo tengo muchísimos. Si los pongo en una balanza, diría que hay cierto equilibrio entre los recuerdos teñidos de tristeza y aquellos que me hicieron llorar...pero de la risa, situaciones que...al tomar distancia, puedo verlas como una extravagante amalgama de circunstancias que forman un camino de lo mas torcido. No hay uniformidad. Por el contrario, hay senderos sinuosos que derivan en otros y estos  a su vez en rutas más pequeñas y estrechas, algunas...sin salida en las cuales he tenido que volver sobre mis pasos para tratar de seguir, instantes en los cuales no son necesarios los aburridos libros de superación personal porque...de alguna u otra manera, la vida se encarga de enseñarnos, tarde o temprano...ya sea por las buenas o por las malas, lo que necesitamos incorporar a nuestra existencia.

Y es así, creemos tener todo tan claro cuando estamos tan pequeños. Forjamos sueños...pero no son sueños propios, no son anhelos de nuestro corazón. No...son los deseos de nuestros padres, de nuestros familiares. El camino se ve tan despejado, como el cielo sin nubes durante los días más intensos de verano. El sol está en lo alto...y el futuro se ve prometedor...y creemos, creemos en todo aquello que nos dicen, en lo que debemos ser y hacer para ser felices, como si la naturaleza de nuestro ser fuera tan transparente y tan clara que se pudiera tener un panorama completo de lo que realmente nos hace felices desde tan chicos. Ya mucho tiempo después es que uno se da cuenta, de que por más planificada que tengamos nuestra vida, habrá días y noches de silencio en los cuales surgirán imprevistos, cambios en la forma cómo vemos el mundo y más importante...cómo nos vemos a nosotros mismos. En ese instante es que uno empieza a evaluarse el significado de "ser feliz" y...aunque, no tengamos del todo claro qué es en realidad, a la conclusión que solemos llegar es que no suele ser precisamente aquello que nos repetían nuestros padres y abuelos, que tiene tantos matices y escalas que aún hoy cuesta creer que se mantengan ciertas percepciones desde tantísimo tiempo ya acerca de lo que esto significa, percepciones que nos lastiman, que nos encierran...porque sentimos que estamos en la obligación de cumplirlas...



martes, 14 de abril de 2015



"El tema es así: cada uno de nosotros vive sometido a las urgencias de lo cotidiano, a la ínfima batalla por sobrevivir y medrar, agobiado por las preocupaciones de la familia y del negocio, buscando el pequeño placer para el día  y el pequeño placer para la noche propios del último hombre, según acusó el Zaratustra nietzcheano. Pero también somos criaturas metafísicas y de vez en cuando, al trasluz de la rutina, nos asaltan preguntas acerca de lo infinito o de la justicia que no llega y nos preguntamos qué va a ser de nosotros. Las ordinarias destrezas empíricas y las estrategias de la psicología de corto alcance nos bastan para atender lo que reclama el día a día, sin levantar la nariz del surco obligatorio que vamos arando; pero hay algo en nosotros - ese algo en el hombre que, según sir Thomas Browne, "no le debe vasallaje al sol" - que reclama ideas o leyendas de magnitud cósmica, explicaciones del mismo arrogante tamaño que nuestros anhelos o perplejidades"


                                                                                        Fernando Savater
                                                                      "La vida eterna" 



lunes, 13 de abril de 2015



Me convertí en lo que quería evitar, me transformé en esperanza, en puro anhelo a flor de piel, capaz de reaccionar al instante con el sutil toque de su caricia, deseando palabras que sabía...nunca iban a llegar. Mis suspiros se los llevó la brisa de la tarde, tratando de ahogar aquellos pensamientos angustiosos...teñidos de tristeza, con una taza de café. Un beso suyo podría salvarme, pero elijo suplicar... bajo el despejado cielo, que en medio del silencio...aquel dios que se oculta tras el sol y la luna, me dé las fuerzas suficientes para aprender a olvidar... 

                                             L


martes, 10 de febrero de 2015



Hay quienes piensan que vivir en uno de los países más felices del mundo es algo algradable. Se equivocan. En realidad lo hacen...al menos..., desde la perspectiva de aquellos que apreciamos el silencio. Bendito y amado silencio...madre de las preguntas más incómodas e interesantes, fuente de encuentro con uno mismo ya sea para odiarse o amarse, para fabricar mundos, fundirse con sueños y delirios.  

A quienes somo así, suelen decirnos que tenemos un alma vieja, sin color y sin brillo por no hacer parte de las celebraciones que se le hacen a la vida. Quizá sea cierto, pero también lo es que considerarnos uno de los países más felices del mundo, no da el derecho a la falta de respeto con nuestros semejantes.  

Ser...supuestamente tan alegres, esto de estar tapando la miseria de un país social, económica y políticamente deteriorado, se ha convertido en una total excusa que ha echado unas fuertes raíces culturales para armar safarranchos como dicen, encontrando pretextos para colmar de ruido momentos de pensamiento, circunstancia bajo la cual la gente se deja llevar por el descarado "me importa hongo si estoy incomodando a mis vecinos" Esto...es algo que le pone a uno la paciencia a prueba.

Y, aunque si bien...hay quienes dicen "hombre, no le preste atención a eso" se agradece el comentario, pero no se acepta, precisamente porque es por ese conformismo del "pues deje así que se le va a hacer" que las personas se creen que pueden hacer lo que les da gana. Y es que uno se fija...razón por la cual no deja de sorprender, en las polaridades culturales que vivimos. Mientras que en otros países se impone una severa sanción a quien moleste a sus vecinos hasta altas horas de la noche, en esta tropicalísima región, las figuras de autoridad no son más que meras figuras que la gente se pasa por encima. ¡Expertos totalmente en ser inútiles, negligentes y alcahuetas!
 

 

martes, 26 de agosto de 2014



Perdóname...


Por comportarme aún como una adolescente...

Por preferir los tenis y los blue jeans desgastados a los tacones altos y las faldas...

Por pensar tanto en todo y no dejarme llevar tan fácil en el fluir de la vida...

Por no ser tan aventurera como a ti en algún momento te gustaría...

Por perderme en mis pensamientos cuando sé que en ese momento estás reclamando mi atención...

Por preferir en ocasiones una buena lectura o una amena conversación a una noche de intimidad...

Porque el papel de la mujer fatal no me calza...


Y aún así...no puedo decir que me siento disgustada conmigo misma....