sábado, 14 de julio de 2012


A las cinco de la mañana empezaron los dolores. Más tarde, ella se encontraba en una sala especial para lo que estaba aconteciendo, para que su más profundo anhelo se hiciera realidad. Y así fue. Al día siguiente, la noticia tocó las puertas de mi vida con la forma de una tierna y linda fotografía. Una niña, una pequeña y preciosa niña. "Bienvenida al mundo y a nuestra familia", pensé. Se parece a su padre, con la misma forma de la nariz y cejas, las cuales parecen como si estuvieran un poco enfadados. Bueno, ella debe de estarlo. De encontrarse en un lugar tibio y cálido, a salvo de los azares y peligros del mundo para ahora tener que crecer e inevitablemente, enfrentarse a ellos. Un día se mirará en el espejo y quizá se de cuenta: "¿en que momento crecí?" así...tal y como nos pasa al resto. Pero también, probablemente se percate de algo más. Una vez, alguien me dijo: "en la biblia están los más lindos milagros" Yo, que nunca presté atención a las clases de religión, poco después olvidé esa recomendación, porque prefiero aquellos que tienen lugar en esta realidad, que son llevados a cabo por personas comunes y corrientes. Dar forma y vida...eso sí lo considero un milagro, no como algo divino, sino como una fuerza impresionante y hermosa de la naturaleza, de lo que somos capaces. Entonces, nos levantamos una mañana y caemos en la cuenta: "¿durante cuanto tiempo nuestro corazón no ha hecho más que latir? ¿cuántos pulsos llevo en mi vida?" Pasamos de ser aquella célula que necesitaba ser vista con un microscopio, a hacer parte de un sistema de relaciones en el cual tenemos la capacidad de influenciar a los demás, de afectarlos, negativa o positivamente, esa es otra cosa, otra discusión, pero afectarlos al fin de cuentas. Pasamos de ser invisibles a convertirnos en el centro de la vida de otro, de enamorar y amar. Increíble... 



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