jueves, 30 de septiembre de 2010

POR HERENCIA


Para mí, el acto de tomar el café es algo serio. Requiero de tranquilidad, de serenidad, para disfrutarlo al máximo. Estaba en ese momento glorioso. La pequeña taza me embargaba de un sentimiento de complicidad y dicha. Ustedes pensarán, ¿efectos secundarios de la cafeína? Probablemente, no me extrañaría.

Pero como dicen por allí, no hay felicidad absoluta. Mi paciencia fue puesta a prueba de improvisto. Había llegado de visita, quería ver al nuevo integrante. Después de besos suaves en sus mullidas y sonrosadas mejillas, después de hablarle dulcemente, me senté a recibir la brisa de la tarde.

Todo andaba bien. Un ambiente risueño y cálido nos acompañaba. Un momento perfecto. “Esto es lo que al final le da sentido a la vida” Sin embargo, aquel sorbo de café se me quedó atascado a mitad de garganta, me había dado un tremendo susto el llanto de una pequeña de cinco años.

No pude evitar toser un poco. Por un instante se me ocurrió que me debía de ver graciosa, pero nadie me observaba “¡menos mal!”, la atención era toda para aquella figurita que lloraba tan exageradamente, con tanta gana, con tanta ira, hacia la persona que por entrometida le había llamado la atención.

Recordé entonces cuando estaba pequeña, “vaya, yo debí de haber sido insoportable también con lo lagrimón que era. Pero ésta niña realmente me ganó” Me di cuenta de lo aburridor que es tener alguien a tu lado mientras hace tremendo show.

“Los niños son más lindos cuando están recién nacidos” Me sentí inquieta, impaciente. A pesar de que trataba de entender su condición me era algo difícil. Una voz me llegó suave, a mi lado, como en un susurro. “Ella se comporta así básicamente por dos razones: por que se lo han enseñado y por herencia. No podemos evitar reaccionar de cierta manera sin la influencia de la herencia”

Él me sonreía suavemente. Observé a la niña con sus ojos hinchados y alzando la voz “¡no! ¡ya no quiero!” Me tranquilice un poco. Aquellas palabras hacían eco en mi mente. “Entonces…¿es así? ¿La forma como nos comportamos o reaccionamos ante una situación no es completamente objetiva? ¿No es producto de un proceso de reflexión en el cual evaluamos los pro y los contra?”

Es un poco difícil convencerse de ello cuando uno está acostumbrado a echarle tanta mente a todo, hasta lo más pequeño y aparentemente insignificante. Pero al parecer tiene razón. En algunos momentos no podemos evitar desbordarnos de la lógica y entrar en campos donde la emotividad nos domina con cada rápido y fuerte latido del corazón, con cada pulsar en las venas.

Sentí que la sangre me hervía un poco. “¿Cuántas veces, sin darme cuenta, reaccioné influenciada por mis genes?” Me dí cuenta de que es bastante complicado trazar una línea divisoria que nos permita identificar qué es lo que está jugando un mayor papel…si la razón o la emoción. Aunque sé que por nuestra condición humana no podemos evitar tener emociones, me inquieta el hecho de que sean nuestros genes los que tengan la voz en ese campo…y no simplemente por que seamos únicos e irrepetibles. Entonces…ahora podemos sentir desasosiego por que incluso los defectos familiares en cuanto al comportamiento lo llevamos en la sangre.

2 comentarios:

  1. Aunque se llevan en la sangre no siempre son genes activos, puede lucharse contra lo que se supone que debe ser la reaccion genetica a una situacion especifica.

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  2. No hay objetividad en las relaciones humanas, sino una adaptación racional a las circunstancias del momento, donde la lógica toma las riendas de nuestros actos. Como en el ejemplo que cuentas: pudiste haberle pegado el grito a la niña o a la mamá para que te devolvieran la paz que necesitabas, usando toda tu emotividad pasiva o activa. Una prueba más para tu herencia y tu aprendizaje, pero, ¿y tú, cómo te habría gustado reaccionar realmente? ¿Qué habrías querido hacer? ¿Lo que te tocaba o lo que deseabas?

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