miércoles, 13 de julio de 2011



Hace mucho que no tomaba entre mis manos aquel instrumento que llaman “taco” Me sentí como un espadachín o una versión moderna de Juana de Arco, ja! pero una salvadora de qué o de quién? Si hace un tiempo perdí a alguien especial y ni siquiera pude hacer lo necesario para aliviar su pena, su vida. No puedo evitar sentirme culpable todavía por lo que le sucedió, aunque el epicentro del problema fuera la mala fortuna de tener a una mamá calavera que no le brindaba ni la más mínima muestra de cariño.

Y allí estaba…mirando la punta desgastada y azulada del taco, pensando que sería bueno partirlo en la cabeza de aquella mujer por ser tan cruel. Negué con la cabeza – “Dejemos esos instintos para ocasiones de riesgo al estilo de una buena película de Hollywood” – “Y entonces…”- Él entró al salón, con ese aire de “¿y a quién es que le voy a ganar?” – “Ya, hasta acá llegué” No había alcanzado a aprender cómo debían ordenarse aquellas bolas de marfil cuando la victoria entraba bajo la epidermis de un chico amante del futbol y zalamero como él solo con un rostro aparentemente serio.

Sonreí. Frotando con tiza el extremo de aquella…vara, que a propósito me parecía enorme, ya que hace varios años que no agarraba una. “Creo que estoy lista…para perder será” y no pude evitar reírme de mi misma. Así, antes de que tuviera la oportunidad de retractarme, el juego comenzó, igual que muchas cosas en esta vida. Dos contra dos. Ojalá hubiéramos sido los únicos, pero como si la vergüenza no fuera suficiente, varios espectadores se agruparon en torno a nosotros. Las risas se elevaron por el salón, acompañadas de expresiones como: “Esa estuvo buena” “no te la dejaron fácil” “pégale aquí” y la que más me “gustaba” manifestada en coro “¡Huy! casi…”

La cerveza refrescaba mi garganta – “Ya que empezamos haciendo el ridículo, pues terminemos” - Acabé lo poco que quedaba en la botella y me preparé para mi turno. Miré las casillas, no había puntos todavía para ninguno de los dos equipos – “Bueno, eso es un consuelo, sin embargo no tardarán en meter el primero” – Pero oh sorpresa, mi compañero fue quien lo logró. Hombro con hombro nos reímos y lo felicité. En ese instante, sin calcularlo bien siquiera, metí la segunda bola. Y entonces comprendí de que la vida era así, como un juego, por lo tanto no solo es importante hacer bien cada movida, aunque nos equivoquemos a veces, sino también disfrutarlo al máximo, sin importar qué. Ah! y de que no siempre porque te creas un gran experto en algún ámbito de la vida, significa que te las vas a ganar todas. Sí, en medio de mi novatada, pude obstruirle varias jugadas al equipo contrario. ¿Talento escondido o simple suerte? Jajaja esa ya es otra discusión.

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