jueves, 14 de abril de 2011

RECUERDOS


Una hermosa visión casi panorámica (no se puede tener todo en la vida) del atardecer y un delicioso café preparado por aquellas manos que me sostuvieron hace ya varios años, aquellas manos que en un inicio confeccionaron mis vestiditos (tú, tía, que borras con los codos las cosas hermosas que haces). ¿Qué dices? No te escucho, será por que en realidad no me interesa, pero sí me percato de ese color de pintalabios que tanto te gusta y haz usado durante todo este tiempo, tu perfume que me recuerda a tu alcoba, ese lugar que era como mi patio de juegos, casi sagrado…en el cual descubrí las maravillas de ser mujer, desbaratando y usando tus cosméticos.

Es por que te tengo frente a mí ahora que me sumerjo en tu vida convertida en un montón de recuerdos infantiles en los cuales usaba a escondidas tus tacones, si…por que ahora estas frente a mí, pero…¿y aquellos que por cuestiones del azar o no cruzaron sus caminos con el mío? Me fijo en tus ojos castaños como si allí pudiera hallar la respuesta, ese brillo, aquel pequeño destello me recuerda muchas miradas que decían mucho y a la vez nada. Aun así solo eso queda…no llega a mi memoria nada más.

¿Cuál era su nombre? ¿Tanto tiempo ha pasado ya desde la última vez que nos hablamos? ¿Cuándo fue eso? Me siento suspendida en el presente, en un silencio perturbador que me hace sentir como si apenas despertara después de un largo letargo. Hace poco soñé con ellos y ellas, esos poquitos, pero significativos…entonces ¿por qué me llegan tan distorsionadas tus caras? Sus nombres…ahora ya no sé cómo se llaman.

Hemos compartido muchas cosas, aprendimos del otro mañas, gestos, formas de pensar y actuar y todo ello nos ayudó a crecer y a moldearnos. Sin embargo, ahora que el tiempo ha pasado, tanto y tan rápidamente, no sé si cuando nos volvamos a encontrar nos podamos reconocer. A veces nos separamos del otro o de los demás queriendo o sin querer, por cuestiones de que nos gustamos o no, por roces y cosas así, pero también nos ha tocado separarnos sintiendo dolor, gracias a la estima y la complicidad. ¿Y yo? La cuestión es que en el fondo de mi corazón me he resignado a no verlos más. Es verdad, en realidad…no somos más que unos desconocidos…


No hay comentarios:

Publicar un comentario